España financió a la dictadura de Videla
El exterminio de seres
humanos no sólo conlleva una serie de prácticas abominables, capaces de
reducir a miles de personas "a la diezmillonésima parte de una mierda",
tal como le gustaba decir a uno de los más crueles carceleros del
franquismo. Ya fuese en la Alemania de Hitler, en la España de Franco o
en la Argentina de Videla, las políticas represivas absorbían una parte
sustancial del presupuesto estatal. Desde el soldado que activaba las
cámaras de gas en Auschwitz hasta el torturador que hacía retorcer de
dolor a sus víctimas en Buenos Aires, pasando por el verdugo español que
destrozaba a sus condenados en el garrote vil... Todos, absolutamente
todos, cobraban religiosamente a final de mes.
En mayo de 1976, cuando aún no se habían
cumplido dos meses del golpe de Estado en Argentina, los cuerpos
policiales que aterrorizaban a los habitantes ya habían gastado un 70%
de su presupuesto anual... y aún quedaba mucha gente por morir. En
vísperas de un invierno austral que prometía sangre y dolor, los jefes
policiales se vieron obligados a pedir una inyección de 12 millones de
dólares. Según los cálculos realizados entonces, las tareas represivas
iban a costar, al menos en 1976, unos 400 millones de billetes
norteamericanos.
Videla necesitaba dinero fresco, pero antes
tenía que encontrar países que quisieran socorrerleVidela necesitaba
dinero fresco, pero antes tenía que encontrar países que quisieran
socorrerle. Entonces, aquel general de bigotes y mal genio se acordó de
la Madre Patria, que acababa de enterrar al dictador Franco y que
empezaba, con muchas dificultades, a experimentar el camino de la
democracia. Exactamente al revés que en Argentina, donde las
desapariciones se habían convertido en moneda diaria. La comunidad
internacional conocía ese extremo, algo que parece no haber importado
mucho en Madrid: según consta en una gran cantidad de expedientes
secretos localizados por Público, España firmó acuerdos económicos que dieron aire a la maltrecha dictadura y sus terribles tácticas de exterminio.
Los archivos en poder de este periódico
demuestran que el rey Juan Carlos fue el encargado de facilitar los
acuerdos entre la España de la transición y la Argentina de los vuelos
de la muerte. El 1 de julio de 1976, el monarca recibió en su despacho
al embajador de Videla en Madrid, el general Leandro Enrique Anaya. De
acuerdo al informe reservado elaborado por el diplomático, el rey tuvo
"expresiones de beneplácito por el éxito con que nuestro Gobierno está
afrontando los problemas económicos coyunturales que éste vive", al
tiempo que se mostraba muy generoso ante la próxima visita a España del
ministro de Economía de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, uno
de los máximos defensores del ultraliberalismo en Sudamérica.
Ante un Anaya que se salía de su uniforme, el
rey Juan Carlos prometió que el responsable de Economía argentino
"tendría la mejor acogida y disposición de banqueros, inversores e
industriales, para concurrir al encauzamiento y solución de los
problemas que pudieran plantearse y/o proponerse. En tal sentido, dijo
que España estaba en el mejor estado anímico para concretar operaciones
comerciales y financieras con la República Argentina". A lo largo de las
semanas siguientes quedaría claramente demostrado que no se trataba de
simples elogios.
Documentos de la reunión de 1976 entre los ministros de economía argentinos y españoles, a los que ha tenido acceso Público.
La primera buena noticia para Videla tenía un
irresistible olor a parrilla. Cuatro días después de la reunión entre
Anaya y el rey, Argentina anunciaba que había firmado un convenio con
España para retomar la venta de carne a este país europeo, paralizada
desde hacía seis años. El acuerdo se había cocinado durante una visita
realizada a Madrid por los responsables de la Junta Nacional de Carnes
de Argentina y traía como consecuencia inmediata una primera remesa de
cuatro mil toneladas de piezas vacunas para el mercado español, lo que
reportaría tres millones ochocientos mil dólares de ganancias para
Buenos Aires.
Cuatro días después de la reunión, Argentina
anunció un convenio con España para retomar la venta de carne,
paralizada seis años antesEl ministro Martínez de Hoz llegó a España pocas semanas después de este acuerdo,
exactamente un 22 de julio de 1976. Durante su visita, el funcionario
pudo moverse con total libertad por los despachos más importantes e
influyentes del país. Entre las personalidades que le abrieron la puerta
se encontraban el rey Juan Carlos, con quien se reunió en la mañana del
23 de julio, y el gobernador del Banco de España, Luis Coronel de
Palma, que además ostentaba el título de Marqués de Tejada. También tuvo
tiempo para reunirse a solas con el banquero Alfonso Escámez
—presidente del ya desaparecido Banco Central— a quien le prometió que
la dictadura argentina le devolvería la sucursal que había sido
expropiada por el Gobierno peronista de Héctor Cámpora en 1973.
En su intensa campaña por encontrar amigos con
dinero, la Junta Militar también contactó con el poderosísimo Emilio
Botín (padre) para anunciarle que su Banco Santander recuperaría las dos
filiales que le habían quitado los peronistas. Coincidiendo con la
visita de Martínez de Hoz, el diario Informaciones reveló que "en la
última Junta General de Accionistas" del Santander Botín se había
referido al "futuro y perspectivas económicas en la Argentina". "Después
de los recientes acontecimientos políticos acaecidos en aquel país,
tenemos fundadas esperanzas de que se volverá a la prosperidad del
pasado, pudiendo asegurar que nuestra organización allí, que incluye
cerca de 500 empleados y nueve sucursales, está plenamente preparada
para participar en el resurgimiento de aquella gran nación. El nuevo
Gobierno argentino nos ha ofrecido devolvernos las sucursales de Córdoba
y Rosario que nos fueron expropiadas en 1973. Estamos en estos momentos
concretando las condiciones en que ha de efectuarse dicha devolución",
declaró el presidente del Banco Santander.
"Después de los recientes acontecimientos
políticos, tenemos esperanzas de que se volverá a la prosperidad del
pasado", dijo BotínEl mismo día en que la prensa hacía público el apoyo
de Botín a los dictadores, tanto él como otros banqueros se sentaban a comer con Martínez de Hoz.
Ante la apretada agenda del ministro argentino —que tenía menos de 48
horas para tratar de consolidar las relaciones económicas con políticos y
empresarios españoles—, el Marqués de Tejada, haciendo gala de su cargo
de gobernador del Banco de España, se encargó de prepararle un
multitudinario almuerzo, en el que logró reunir en un mismo comedor a lo
más selecto del sector público y privado. De acuerdo a la nómina de
invitados que poco después fue enviada a la Junta Militar, en aquella
comida de trabajo estaban presentes 64 personalidades españolas, entre
las que figuraban los ministros de Comercio, Industria y Hacienda, así
como los presidentes de los principales bancos de la época y un buen
número de empresarios. El principal tema de conversación fue la relación
entre España y Argentina, así como las posibilidades de negocios para
ambos estados.
Los representantes de ambos países se
volvieron a ver las caras el 1 de diciembre de 1976, bajo el agobiante
calor de Buenos Aires. Ese día comenzaron las conversaciones secretas
entre Martínez de Hoz y el ministro de Comercio español, José Lladó,
quien había sido designado por el presidente Adolfo Suárez para negociar
un millonario acuerdo con la dictadura. Las negociaciones duraron 72
horas, al término de las cuales ambos ministros rubricaron un documento
conjunto. De acuerdo al contenido de esos papeles secretos, ambos
estados acordaron "poner en práctica un programa de cooperación
económica y financiera" por el cual España vendería a Argentina "bienes
de equipo, barcos de características especiales, dragas y otros
elementos flotantes, así como equipos de carga y descarga para puertos,
locomotoras y demás material ferroviario, y otros equipos y plantas
industriales" por un valor global de 290 millones de dólares.
Documento sobre las conservaciones entre los ministros de economía de España y Argentina a los que ha tenido acceso Público
Para facilitar las cosas, el Banco Exterior de
España se comprometía a establecer "una línea especial de crédito" que
permitiría "amparar compras argentinas por un valor máximo de 150
millones de dólares". Además, España accedía a otorgar a Argentina "un
crédito en condiciones concesionarias por valor de 50 millones de
dólares". "Parte de este crédito —añade el documento reservado— será
utilizado para colaborar en el desarrollo de la industria naval
argentina".
Ese mismo 3 de diciembre, ambas delegaciones firmaron el "Protocolo de Cooperación Comercial y Financiera entre la República Argentina y el Gobierno de España" (ver PDF),
un documento que llevaba el sello de "confidencial" y en el que se
establecían los pasos a dar por cada país. Por un lado, la dictadura se
comprometía "en el plazo más breve posible" a firmar contratos con la
empresa Astilleros Españoles para la construcción de "dragas y
remolcadores de diversos tipos y eventualmente otro tipo de buques a
sugerencia de la Secretaría de Estado de Intereses Marítimos", por un
valor aproximado de 140 millones de dólares.
Además, el Gobierno Militar garantizaba que se
otorgarían "las máximas facilidades" para que las instituciones y
empresas del sector público o privado argentino adquiriesen a España
"bienes de capital por un valor de 150 millones de dólares" que serían
financiados mediante la línea de crédito otorgada por Madrid.
Sólo durante los tres días que duró la visita
del ministro español a Buenos Aires —entre el 1 y el 3 de diciembre—
desaparecieron más de 100 personas. Los ciudadanos españoles, a pesar
del apoyo económico que este país prestaba a la dictadura argentina,
tampoco escaparon del horror. De hecho, pocas semanas después de
rubricar el pacto financiero con el gobierno de Suárez, los subordinados
de Videla no tuvieron ningún inconveniente en secuestrar, torturar y
asesinar a un joven gallego que vivía en Buenos Aires. Se llamaba Urbano
López Fernández, tenía 28 años, era auditor contable y en pocos meses
iba a ser padre por segunda vez. El 31 de diciembre de 1976, mientras
algunos brindaban, Urbano era fusilado junto a otros cuatro jóvenes.
Pese al apoyo, los subordinados de Videla
secuestraron, torturaron y asesinaron a un joven gallegoLa desaparición
de este ciudadano español no pareció inquietar demasiado al Gobierno de
Suárez, que decidió continuar adelante con los negocios previstos. Entre
el 22 y el 27 de abril de 1977, una delegación militar argentina,
encabezada por el capitán de navío Raúl Francisco Bondoni, se trasladó a
Madrid con el objetivo de firmar varios contratos "para la provisión
por parte de Astilleros Españoles de un tren de dragado, dique seco,
seis remolcadores de diversos elementos flotantes y material portuario
de apoyo por un valor aproximado a los 220 millones de dólares", señala
otro de los documentos reservados.
De acuerdo a distintos informes elaborados por la embajada de Argentina en España, las relaciones comerciales entre ambos países alcanzaron su máximo histórico en plena dictadura.
Por ejemplo, en 1977 se produjo "un notable incremento del comercio
global que alcanza los 450,8 millones de dólares, cifra que no registra
precedentes hasta el presente", destacaba la Consejería Económica de la
Embajada en un informe. También resaltaba que el comercio entre España y
Argentina "ha mantenido, en general, una tendencia creciente, que se ha
producido por el aumento conjunto de las importaciones y exportaciones
españolas a nuestro país. En este periodo, el comercio global pasó de
14,7 millones de dólares en 1961 a 450,8 millones de la misma moneda en
1977, lo que representa un ritmo de crecimiento anual promedio del
23,8%".
Los negocios secretos entre España y Argentina
no habrían tenido un final feliz, al menos desde la óptica de los
funcionarios de la dictadura. En abril de 1983, cuando ya faltaba muy
poco para que el régimen se desvaneciera, el nuevo consejero comercial
de la embajada argentina en España, Sebastián Iturrioz, elaboró un
informe en el que desmontó la supuesta caridad de políticos, empresarios
y banqueros españoles. En su nota de carácter "reservado", el
funcionario advertía que "España hizo su negocio sin otorgar ninguna
concesión".
Entre otros puntos, Iturrioz advertía que los
acuerdos alcanzados entre ambos países en materia pesquera "permitió a
la flota española desembarazarse de numerosas unidades —algunas
obsoletas— que habían quedado inactivas". Además, el Gobierno de Suárez
"desequilibró la relación societaria entre las partes y sometió al socio
argentino (mayoritario) al arbitrio de la voluntad de aquél". "Otro
gran acierto de España —añadía el consejero— consistió en su intensa
participación en obras públicas que le fueron adjudicadas sin
contrapartidas y —a veces— en perjuicio de las propias empresas
argentinas", destacaba. Las reuniones con la Madre Patria, siempre
bañadas en whisky y canapés, ya eran parte del pasado.
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